CAMINA PERO

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NUNCA DEJES DE CAMINAR.

jueves, 3 de enero de 2013

OTRO CUENTO (ANÓMALO) DE NAVIDAD.


Cansado de cabecear por las noticias económicas que veía o leía, decidió pasar a un rincón retirado de lo que jamás creyó que iban a contemplar sus ojos, la codicia insaciable se cobraba víctimas entre los que creía suyos, los que jugaban con los números económicos, como decía él.
Una cosa eran los juegos y otra las personas.
Cambió todos sus títulos por el dinero que ahora veía tan degradado. Lo único que le animaba era el intercambio de e-mails y llamadas con Warren Buffet. Se conocían desde hace décadas y contemplaba seriamente la posibilidad de ser las dos únicas personas con alma dentro de ese agujero especulativo.
Faltaban pocos días para el comienzo de otra vorágine: la navideña. Desde la prematura muerte de su mujer y el distanciamiento de sus dos hijos, justificado según él mismo porque no estuvo cuando tenía que haber estado, veía estas fiestas con una fiera indiferencia. Aún así se desplazaba cada año a una de las casas de sus hijos. Todo se desplaza en la memoria en estos días.
Tras observar el mismo ritual año tras año, en distintos tipos de personas, decidió invertir parte de sus ganancias en aclarar lo que él creía haber comprobado tras tantos años, que la actitud de las personas en las fiestas navideñas se clasificaba, burdamente, en: una excesiva pasión o una intensa apatía. También había concluido que las personas camuflaban mediante la indiferencia alguna de estas dos actitudes anteriores.
Consultó con su amigo Warren y le pareció una gran idea. Encargó el mismo estudio a diversas universidades que destacaban en el campo de los estudios sociológicos. Al no importarle el dinero y si la premura en obtener los resultados, no escatimó en ofrecer las cuantías desorbitadas que dichos departamentos pedían, siempre y cuando le dieran los resultados antes del día 24 de diciembre.
Antes de la fecha fueron llegando los resultados. Uno tras otro, todos los estudios obtenían la misma conclusión: En Navidad se podía pasar de dos formas:
·         De una forma apacible, bien y correcta.
·         O en familia.
Su sonrisa derivó en una sonora carcajada. En ocasiones, el dinero sirve y es válido, sobre todo cuando reafirma las convicciones personales que uno ya tenía.

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